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Charles Eisenstein

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La Elección: De Odio, Lamento y Una Nueva Historia

November 29, 2016 by Charles Eisenstein

November 2016
Hay una versión en inglés de este ensayo.


translation: Javier Olea

 

Lo normal ha sido trastornado. Por los últimos ocho años ha sido posible para la mayoría de la gente (cuando menos en las clases relativamente privilegiadas) creer que la sociedad está en un buen estado, que el sistema, aun cuando cruja, básicamente funciona y que el progresivo deterioro de todas las cosas, desde la ecología a la economía es una desviación temporal del imperativo evolutivo del progreso.

Una presidencia de Clinton hubiera ofrecido cuatro años más de esa pretensión. Una mujer presidente siguiendo a un presidente negro hubiera significado para muchos que las cosas están mejorando. Ello hubiese ocultado la realidad de las continuadas políticas económicas neoliberales, las guerras imperiales y la extracción de recursos tras de un velo de falso feminismo progresivo. Ahora que tenemos, en palabras de mi amiga Kelly Brogan, el rechazo a una loba cubierta por piel de oveja en favor de un lobo en piel de lobo, esa ilusión será imposible de sostener.

El lobo, Donald Trump (y no estoy seguro que él se sintiera ofendido por ese apodo) no proveerá la usual cubierta de azúcar de las píldoras venenosas que las élites políticas nos han endilgado en los últimos cuarenta años. El complejo industrial de prisiones, las guerras interminables, el estado vigilante, la expansión de las armas nucleares, fueron fáciles de tragar para los liberales cuando venían con una dosis, aunque a regañadientes, de derechos de LGBTQ bajo un presidente afro-americano.

Yo estoy dispuesto a suspender mi juicio sobre Trump y (muy escépticamente) esperar la posibilidad de que el altere el consenso de la política de la élite, de comercio libre y enfrentamiento militar –temas mayores de su campaña-.Uno debe siempre esperar milagros. Sin embargo, a causa de que él aparentemente carece de cualquier ideología política robusta propia, es muy probable que llene su gabinete con halcones de la guerra neo conservadores, infiltrados de Wall Street y depredadores corporativos, pisoteando el bienestar de los blancos de clase trabajadora que lo eligieron mientras les proveía de su propia cubierta de azúcar de conservadurismo social.

Los horrores sociales y ambientales que probablemente se cometerán durante el gobierno de Trump, es probable que inciten a desobediencia civil masiva y a probables desordenes. Para los partidarios de Clinton, a muchos de los cuales se les partió el corazón para empezar, la administración de Trump puede marcar el inicio del fin de su lealtad a nuestras actuales instituciones de gobierno .Para los partidarios de Trump las celebraciones iniciales pueden colidir con la cruda realidad cuando Trump se muestre incapaz o no dispuesto, como sus predecesores, a retar los intricados sistemas que continuamente degradan sus vidas: el capital financiero global el estatismo y sus ideologías programadoras. Sumado a esto la probabilidad de una crisis económica mayor y, las gastadas lealtades al sistema existente pueden romperse.

Estamos entrando a una época de gran incertidumbre. Las instituciones tan perdurables que parecen ser idénticas a la realidad misma, pueden perder su legitimidad y disolverse. Puede parecer que el mundo se está desmoronando. Para muchos, este proceso comenzó en la noche de la elección, cuando la victoria de Trump provocó incredulidad, shock y aun vértigo. “No puedo creer que esté sucediendo esto”.

En tales momentos, es una respuesta normal encontrar a alguien culpando, como si identificando la falta pudiera restablecerse la normalidad perdida y desatarse en furia. El odio y la culpa son formas convenientes de darle sentido a una situación desconcertante. Cualquiera que dispute la narrativa de la culpa puede recibir más hostilidad que sus oponentes, como en épocas de guerra, cuando los pacifistas son más agraviados que el enemigo.

El racismo y la misoginia son devastadoramente reales en este país, pero culpar al fanatismo y al sexismo de los votantes de su repudio del Establishment es negar su profundo sentido de traición y aislamiento. La vasta mayoría de los votantes por Trump estaban expresando una di satisfacción extrema contra el sistema de la manera más disponible para ellos. Millones de los votantes de Obama votaron por Trump (seis estados que estuvieron con Obama dos veces, cambiaron a Trump). ¿Es que ellos de repente se volvieron racistas en los últimos cuatro años? La narrativa de culpa-a-los racistas (los tontos, los nacos…) genera una clara demarcación entre los buenos (nosotros), y los malos (ellos), pero violenta a la verdad. También obscurece una raíz importante del racismo – la ira desplazada de un sistema opresivo y sus élites a otras víctimas de tal sistema. Finalmente emplea la misma deshumanización de los otros que es la esencia del racismo y precondición para la guerra. Tal es el costo de preservar una historia moribunda. Esa es una de las razones del porque los paroxismos de violencia frecuentemente acompañan a la muerte de una historia que define a una cultura.

La disolución del nuevo orden que ahora está oficialmente en marcha, se va a intensificar. Eso presenta una tremenda oportunidad y peligro porque cuando lo normal se desbarata el vacío que se crea atrae ideas marginales anteriormente impensables. Ideas impensables que van desde encerrar a los musulmanes en campos de concentración, a desmantelar el complejo industrial-militar y cerrar las bases militares de ultramar. Van desde el nacionalmente distribuido “detener y registrar” hasta el reemplazo del castigo criminal con justicia restaurativa. Cualquier cosa se hace posible con el colapso de las instituciones dominantes. Cuando las fuerzas animantes detrás de estas nuevas ideas son el odio y el temor, todas las formas de pesadillas fascistas o totalitaristas pueden suceder, ya sea ejercidas por el poder dominante o por aquellas que surgen en revolución en su contra.

Esto es por lo que en tanto entramos en un período de desorden agudizado, es importante introducir una clase de fuerza diferente para animar las estructuras que puedan aparecer después de que las viejas se derrumben. Yo la llamaría amor si no fuera por el riesgo de disparar tu detector de mamadas new age y además ¿cómo llevaría uno, de una forma práctica, amor al mundo en el ámbito de la política? Así es que empecemos con empatía. Políticamente la empatía es afín a la solidaridad, nacida del entendimiento de que estamos en esto juntos. ¿En que estamos juntos? Para los principiantes, estamos juntos en la incertidumbre.

Estamos saliendo de una vieja historia que nos explicaba la forma de ser del mundo y nuestro lugar en él. Algunos, mientras se disuelve, se aferraran a ella más desesperadamente, buscando quizás que Donald Trump la restaure, pero su salvador no tiene el poder de traer de regreso lo muerto. Tampoco Hillary Clinton hubiese sido capaz de preservar a “América” tal como la conocemos por mucho tiempo más. Nosotros como sociedad, estamos entrando a un espacio entre historias, en el cual todo lo que ha parecido tan real, verdadero, correcto y permanente, entra en duda. Por momentos, segmentos de la sociedad han permanecido aislados de este derrumbe (ya sea por suerte, talento o privilegio) viviendo en una burbuja en tanto el contenido de los sistemas económicos y ecológicos se deterioran. Pero no por mucho tiempo. Ni siquiera las élites son inmunes a esta duda. Se aferran a las pajas de glorias pasadas y estrategias obsoletas; crean tabúes superficiales e inconvincentes (Putin!) vagando sin rumbo de “doctrina” en “doctrina” –y no tienen idea de que hacer. Su mala fortuna y corazón partido fue plenamente visto en esta elección, su incredulidad en su propia propaganda, su cinismo. Cuando aún los custodios de la historia no creen en la propia historia, sabes que sus días están contados. Es un cascaron sin motor, moviéndose por hábito e inercia.

Estamos entrando a un espacio entre historias. Después de que varias versiones retrogradas de una nueva historia surgen y caen y entramos en un período de verdadero desconocimiento , una autentica siguiente historia emergerá. Que será necesario para que incorpore amor, compasión e inter ser? Yo veo estos lineamientos en esas estructuras y prácticas marginales que llamamos holísticas, alternativas y restaurativas. Todas ellas surgen de la empatía, del compasivo inquirir: ¿Qué es ser como tú?

Ahora es tiempo de traer esta cuestión y la empatía que surge, a nuestro discurso político como una nueva fuerza animante. Si estás en shock por el resultado de la elección y sientes el llamado del odio, quizás trata de preguntarte a ti mismo ¿Qué se siente ser un partidario de Trump? Pregúntalo sin una superioridad condescendiente, sino realmente, buscando debajo de la caricatura de misógino y fanático para encontrar a la persona real.

Aun si la persona que ves ES un misógino y fanático, pregunta ”¿es esto lo que realmente son ellos?” Pregunta que confluencia de circunstancias sociales, económicas y biográficas pueden haberlos llevado ahí. Puede que no sepas cómo enfrentarlos pero al menos no estarás en el sendero bélico automáticamente. Odiamos lo que tememos y tememos lo que no conocemos. Así es que, paremos de hacer invisibles a nuestros oponentes detrás de una caricatura de maldad.

Debemos dejar de actuar desde el odio. No veo menos de ello en el ala liberal que el que veo en el ala derecha. Solo está mejor disfrazado, ocultándose detrás de epítetos pseudo psicológicos y etiquetas psicológicas deshumanizantes. Ejercitándolo creamos más de ello. ¿Qué hay debajo del odio? Mi acupunturista Sarah Fields me escribió: “El odio es solo un guardaespaldas para la pena. Cuando la gente pierde el odio, es forzada a lidiar con el dolor subyacente”.

Yo creo que el dolor subyacente es fundamentalmente el mismo que anima la misoginia y el racismo –odio de una manera diferente. Por favor deja de pensar que tú eres mejor que esa gente! Todos somos víctimas de la misma máquina dominante del mundo, sufriendo diferentes mutaciones de la misma herida de separación. Algo duele ahí dentro. Vivimos en una civilización que nos ha robado casi todo nuestro sentido de profunda comunidad, nuestra íntima conexión con la naturaleza, el amor incondicional, la libertad de explorar el reino de la niñez y mucho más. El trauma agudo soportado por los encarcelados, los abusados, los violados, los traficados, los hambrientos, los asesinados y los desposeídos no los exenta de la perpetración. Ellos lo sienten en una imagen en espejo, añadiendo daño sobre daño a sus almas que los compele a la violencia. Es por esto que el suicidio es la principal causa de muerte entre los militares de EU. Es por esto que la adicción es rampante entre la policía. Es por esto que la depresión es epidémica en la clase media alta. Estamos en esto todos juntos.

Algo duele allá adentro. ¿Puedes sentirlo? Todos estamos en esto juntos. Una tierra, una tribu, un pueblo.

Hemos albergado ideas como estas, suficiente tiempo. en nuestros retiros espirituales, meditaciones y oraciones. ¿Podemos ahora llevarlas dentro del mundo de la política y crear un ojo de compasión dentro del torbellino de odio político? Es tiempo de hacerlo, tiempo de mejorar nuestro juego. Es tiempo de dejar de alimentar al odio. La próxima vez que postees algo, checa tus palabras para ver si ellas esconden alguna forma de odio: deshumanización, sarcasmo, desprecio, burla…, alguna invitación a nosotros contra ellos. Nota cómo se siente algo de bueno haciendo eso, como dándose una dosis. Y nota que se siente por debajo y como no se siente bien, no realmente. Quizá es momento de parar.

Esto no significa que te retires de la conversación política, sino de re escribir su vocabulario. Es hablar verdades duras con amor. Es el ofrecer agudos análisis políticos que no carguen el mensaje implícito de ¿No son horribles estas gentes? Análisis tales son raros. Generalmente aquellos que evangelizan compasión no escriben acerca de política y a veces se desvían a la pasividad. Necesitamos confrontar a un sistema injusto, ecocida. Cada vez que lo hagamos recibiremos una invitación para irnos del lado obscuro y odiar a los deplorables. No debemos huir de esas confrontaciones. En su lugar, podemos enfrentarlos empoderados por el mantra que mi amigo Pancho Ramos-Stierle usa en las confrontaciones con sus encarceladores; “hermano, tu alma es muy bella para estar haciendo este trabajo”. Si podemos mirar fijamente al odio en su cara y nunca dudar de ese conocimiento, tendremos acceso a interminables herramientas de confrontación creativa y sostener una persuasiva invitación a los que odian a consumar su belleza.


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